sábado, 1 de octubre de 2016

Dios no ha muerto



No se trata de hombres que descienden del azar,
batallas interminables de lenguas afiladas
que defienden a rajatabla
sus teorías de orfandad cósmica,
explosión de mundos, siete eternidades del Creador
o el Edén de los pasos perdidos.

Acá, en todos los sitios del universo
y en la última hora de tu vida,
descubrís que Dios era, es, será
las manos que te sostenían
cuando brotaste del dolor de tu madre
y las veces que nacés a cada instante;

el aire: esa infinidad de posibilidades
de luchar, correr, bailar, volar en la tormenta;
el gemido de las calles,
las preguntas sin respuestas,
el arte de cada día, el plan perfecto,
los caminos del corazón,
la historia de amor que no termina
en la sangre derramada en esa cruz
que te invita a creer o sembrar nuevas espaldas.

Sentís que el hombre y la mujer
no crearon a Dios a su imagen y semejanza,
pues, al fin y al cabo,
Dios es la esencia que ya conocemos,
pero la olvidamos
aunque volvemos a acercarnos, sin saberlo,
a sus brazos abiertos.



De ‘‘Veintidós tesoros para un caminante en la edad del sendero voraz’’

Omar Ochi




jueves, 29 de septiembre de 2016

Una nota hallada en la mesa de luz



Me voy. No cerrés la última puerta.

Es probable que mis pies ya no vuelvan
a esconder su impureza en las alfombras.
Extrañaré el color de tus gritos,
olvidaré el camino de regreso a casa.

Pero algo de mí volverá todos los días
cuando la noche me preste
un piano para estrangular la distancia
y una boca para decir el frío.

Me voy. Se hace tarde.
No me esperés con tus panes hambrientos.

Quiero probar el olvido…


De ‘‘Edel III: ventanas e historias de renacidos’’

Omar Ochi