domingo, 14 de febrero de 2016

Pedido de rescate



En esta calle sin nombre
no se solicita una mujer perfecta,       
tampoco la utopía
de dos espacios que forman
una figura que es, en su efecto,
ardiente por fuera e inmensa por dentro.

No hacen falta muñecas de plástico,
reinas de Saba, coronas fugaces,
poses de revista burguesa
o rostros que se pintan de soberbia
y olvidan que todas nacieron de un solo color
divisado en tantos colores intangibles
y cosas bellas del camino.

Sí. Cada una es bella a su manera,
pero no se trata de belleza
o apariencia o deseo
esta larga solicitud de ‘‘costilla’’.

En esta calle sin nombre
y sin postales de viento
se pide y se anhela una mujer
que tenga la pureza de esos ojos,
ese alumbramiento, esa desnudez,
imperfecta habilidad
de ser perfecta en todos sus errores
y en sus formas sutiles de ‘‘estar’’
o ‘‘estallar’’ en burbujas de histeria.

Se busca mujer que despierte
en medio de la vida
y al mirarse en el espejo
se considere naranja completa,
pero invente una supuesta mitad
que sirva de pretexto para conocerme.

Quiero un mundo
que tenga tu mirada, tu sencillez,
la medida de tus dudas,
el eco de tu sonrisa,
tus pasos en el aire,
tus siete maneras de caer hacia arriba
y desatar la locura
de correr juntos bajo la lluvia
mientras somos ricos en la pobreza.

¿Lo ves? Nadie encaja tanto
en este pedido de rescate.

No hacen falta muñecas, reinas, poses,
segundas o terceras
opciones de amor descartable.

Se solicita que, en cualquier ‘‘ahora’’,
vuelvas a pasar por esta calle sin nombre
con tus formas de transportarme al bosque
y con ese pretexto de media naranja
que me hacen elegirte todos los días.



De ‘‘Apto para toda piedra’’

Omar Ochi