viernes, 17 de noviembre de 2017

Historia de esa estrella que fuimos



No te conozco,
pero ya imagino mi mano y tu palma
unidas por la cinta estelar
que encontré en mi infancia.
No está de más escribir
en el margen de algunas constelaciones
que oyes mi cosmos
aunque hoy no me escuchas,
que no me atrevo a dar nuestro primer paso,
primer destello de susurrarnos
que abres el día y la noche
en tu mirada ígnea
y la vida te queda muy bien esta tarde.
Eres más bella
en el bosque
de las medusas que ondulan el aire,
entre las cascadas
y los ciervos de cristal
bebiendo el silencio
que solo nosotros entendemos,
en el planeta rojo de nueve lunas,
héroes lunáticos
en cada estrella a la que viajamos
desde tus formas de pasar
frente a mi silla inmóvil, inquieta
de un bufet donde sucedes
sin preguntarme el nombre
de todo lo que he callado,
donde me callo por más que griten mis ojos
para dejar que el tiempo
diga el próximo poema…


De ‘‘Edel III: ventanas e historias de renacidos’’

Omar Ochi