lunes, 16 de marzo de 2020

Mundos posibles


Retrocedió el tiempo. Regresó al jueves 12 de diciembre del 2019, a las cinco y veinte de la tarde, en Mendoza. Caminó por Peatonal Sarmiento. «Se supone que sucederá a las seis. Puedo cambiar los hechos con anticipación», pensó. Llegó a la Plaza Independencia y, para su sorpresa, una multitud de personas rodeaba a Adelina, quien yacía en la calle Patricias Mendocinas. Había sido atropellada por un colectivo. Temblando de horror, reprogramó su teléfono. Pulsó el botón violeta.
Día 19 de octubre del 2018 a las 10:00 p.m. en el Shopping. Salió del baño de hombres. Se acercó al cine: ante el bullicio de varios adolescentes desesperados, Adelina estaba tendida bocarriba en el suelo, con una herida de bala en la cabeza. No logró entender la tragedia.
Siguió retrocediendo el tiempo e intentó salvarla una infinidad de veces, pero en todos los escenarios ella perdía la vida de formas cada vez más inexplicables.
Entonces decidió rendirse, aceptar la situación y sobrevivir a la ausencia.    
Caminaba por la calle Patricias con lágrimas en los ojos y tormentas en la boca. El viento de la noche era una lenta canción de fugas y nostalgia. De pronto, un colectivo pasó el semáforo en rojo y venía hacia él a toda velocidad. En ese momento fue rescatado por una muchacha vestida de negro.
Cuando miró su rostro para agradecerle, su corazón volvió a nacer frente a la mirada amarilla y etérea que no podía ser de otra mujer. «Ade... ¡Adelina!», gritó. Ella, observando la hora y el botón violeta de su teléfono, afirmó: «Llegué a tiempo, amor. Ahora debería salvarte otras mil veces».


De ‘‘La tercera máquina del olvido’’

Omar Ochi








No hay comentarios:

Publicar un comentario