lunes, 3 de abril de 2017

La correspondencia



A Anuar Chebly.


   El poeta escribía una carta por semana. La enviaba a través del correo milagroso (en esos tiempos no existían los mensajes virtuales). Pagaba su cuota de ilusiones y esperaba ansioso la respuesta de su novia.
   No recibía noticias de ella... Caminaba solitario por las calles maipucinas. Recorría bodegas, plazas, andenes. Observaba los trenes que le recordaban el momento en que la vio partir hacia Córdoba. Cumplía con los horarios de su trabajo y seguía esperando aquella respuesta…
   Una noche, cansado de no recibir algún mensaje que iluminara sus tardes oscuras, escribió una breve declaración: ‘‘Querida, ya me estoy acostumbrando a tu ausencia. Supongo que, de ahora en adelante, renunciaré a esta quimera. Dejaré de escribirte y me dedicaré a soñar tu regreso’’.
   Al día siguiente, llevó la carta al correo. Aunque el precio de su decisión era un nuevo llanto y un camino de ciudades nubladas, se mantuvo firme.
   Tres semanas pasaron. Cuando todo parecía perdido, recibió la tan ansiada respuesta: ‘‘Mi estimado, perdón por la demora. Estoy bien. Dentro de un mes volveré a Mendoza y podremos disfrutar muchas cosas juntos. Lo saludo atentamente y espero encantada su futura y afectuosa contestación’’. 
   Herido por la absurda cordialidad de su amada, estuvo a punto de romper el papel y darse por vencido. Pero alcanzó a ver unas líneas al otro lado de la hoja: ‘‘PD: Perdón por mi brevedad. Lo que siento por usted no es algo que se pueda decir con palabras’’.



De ‘‘Quimeras en el aire’’

Omar Ochi





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