martes, 22 de enero de 2019

Inmortal


Dicen que la poesía ha muerto,
pero la vi columpiarse en la plaza de los desterrados.
La vi jugando a la mancha,
trepando las escamas de los árboles vivos,
inventando una escalera para llegar al cielo
mientras el sol nos observaba
desde el otro lado de la esfera sufriente
y un cometa descendió a mi pluma
para convertirse en verso de vino y leche.
Dicen que la poesía ha muerto,
pero la sigo viendo en la tierra de los secretos,
en los campos, las urbes, las cordilleras,
en una pareja de ancianos caminando por el parque;
en la historia de dos amantes
que acamparon bajo la lluvia,
se besaron, sucedieron, sembraron distancias
para que ella fuera libre en otros senderos
y él escribiera un poema donde el dolor nos enseñe
que el llanto, la risa y las cosas que nadie entiende
ocurren para ser dichas y escritas
por la voz y las manos del alma que lee la página blanca.
En este velorio de inmortales
los noticieros, pasacalles, carteles
dicen que la poesía ha muerto.
Sin embargo, estoy convencido
de que allá, acá, en cualquier patria
la poesía nos mira desde los ojos de un niño
y nos pregunta «¿qué es la muerte?».


De ‘‘Los sabores del hambre’’

Omar Ochi



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