Los
niños que fui me preguntan
qué
significa esa imagen
grabada
en las paredes blancas
de
la antigua casa que nos habita:
una
mujer desnuda
patina
con los ojos vendados
en
una pista de hielo
mientras
su diestra sostiene
un
paraguas
bajo
el sol que ilumina
los
árboles naranjas
de
un bosque que deja ver
sus
pulmones heridos.
Sin
saber la respuesta,
cierro
la mirada, enciendo
una
lluvia de pétalos
y,
al resbalar en el aire,
nos
digo:
‘‘No
es necesario entender el cisne;
solo
debemos sentirlo’’.
De
‘‘Edel III: ventanas e historias de renacidos’’
Omar
Ochi
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