Así es la vida: si entre dos personas el fuego no
es mutuo, hay que encender una lluvia. Con esto no intento decir ''llové para
apagar con tus lágrimas la hoguera o el sentimiento que no se pierde de una
luna a la otra''. Sólo pretendo aconsejar que, en vez de insistir como
náufragos arrodillados ante la puerta cerrada, no viene mal inventar una
tormenta que nos distraiga del camino equivocado y sumerja nuestro barco en
otro océano repleto de peces que nos esperan y quieren enseñarnos a volar.
De ‘‘Apto para toda
piedra’’
Omar Ochi
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