Odio a
ese leñador italiano. Por eso, mientras veo cómo golpea con su hacha el árbol
donde mis hermanos cuelgan los nidos, alzo mis alas y me preparo para el
ataque. Podría picotear sus sienes, cuello, manos y obligarlo a huir del
bosque, pero tengo una idea mejor. Vuelo dibujando círculos en el aire, me
detengo en la rama más alta, cuento hasta diez y… de pronto… algo cae en mi
cabeza. Suelto el hacha. Me toco el cabello… ‘‘¡Merda!’’, exclamo con un gesto
de sorpresa. Levanto la mirada: un pájaro azul huye con sus grandes plumas
sucias.
De
‘‘Relatos para leer en la fila de los desesperados’’
Omar
Ochi
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